martes, 5 de febrero de 2013

Delicias culinarias de Marrakech

Aunque en mi viaje de Estados Unidos del verano pasado, no me entretuve mucho en la comida, creo que en la escapada de Marrakech merece la pena dedicarle una entrada. Si bien estamos muy al día de qué es una hamburguesa o unas costillas, la comida marroquí no es tan conocida y quizá os parezca interesante. Además, si estáis pensando en ir, os dejaré datos de los sitios donde comí y que a mí ya me habían recomendado previamente.


Lo primero que tomé nada más a llegar a Marruecos fue el té moruno. Es un té con hierbabuena (o con menta) que además está muy azucarado. Yo le pedí la receta la cocinera de mi riad. Supongo que cada maestrillo tiene su librillo pero, en mi caso, lo que nos contó es que lo hervía todo junto y que añadía el azúcar al final.  Después hay toda una parafernalia de tirarlo una y otra vez, filtrarlo y demás.

Sobre el té, sólo un apunte más. ¡Ojo! es muuuuy diurético :) Y la verdad, no está Marrakech para ir buscando un aseo en la vuelta de cada esquina. (Bueno, quizá precisamente ahí, sí).

Me tiré de cabeza a probar los dulces marroquíes. Siguen la línea de los tradicionales dulces árabes: pistachos, cacachuetes, piñones, almendras, miel y aromatizados con azahar.  Los tradicionales en Marruecos son unas especie de empanadillas, rellenas de almendra, que por su forma se conocen como "pies de ciervo".

Lo tomamos en la Plaza Djemaa el Fna, mientras hacíamos la primera toma de contacto con la ciudad. Está rodeada de varios cafés con terraza donde, claramente, sólo hay turistas.


En la primera cena,  decidimos compartir distintos platos, para probar un poco de todo.  Fuimos al restaruante Chez Chegrouni, en la misma plaza Djemaa el Fna y subimos hasta la última terreza. Desde ahí vimos atardecer y escuchamos la llamada a la oraición mientras cenábamos. Muy recomendable el sitio, la verdad.

Por ser la primera vez, no sabíamos muy bien qué elegir, así que nos fuimos a lo tradicional y más conocido.  Tomamos un cuscús con pollo, cebolla caramelizada, pasas y garbanzos.  El plato era enorme y ni siquiera entre dos pudimos terminarlo.

Probamos también nuestro primer tajín (o tajine). Si bien en la foto no sale, el plato toma el nombre del recipiente donde se cocina, que tiene forma de cono y está hecho de barro.  El nuestro era de kefta con huevo. El kefta son como unas albóndigas o bolas de carne. Nos gustaron mucho, vamos, nos encantó y de hecho, el último día volvimos a este restaurante expresamente a por más kefta.

Por ser el primer día, estábamos agotadísimas, así que esa noche, al llegar al riad, nos tomamos un té moruno y nos fuimos a la cama.


Los desayunos los teníamos incluidos en el riad, así que sólo os puedo mostrar éste.  Cada día nos fueron cambiando los distintos panes tradicionales pero, por lo demás, se repitió todo. Mermeladas, miel, mantequilla... bizcocho casero, yogurt natural, zumo, té y café.  Nunca terminamos con todo.


El segundo día decidimos huir totalmente del rollo turista e jugarnos el cuello (o el estómago) comiendo con la gente local. Buscábamos un sitio auténtico y lo encontramos en la calle Bani Marine (cerca de la plaza Djemaa el Fna, claro).  El sitio se llama El Bahja.  La puerta es pequeñita y tiene unos pollos frescos en la puerta.  Hay que entrar decididamente y sin dudarlo, de lo contrario, no entras :)  La siguiente tarea es buscar una mesa para ti, lo más probable es que acabes compartiéndola con alguien más, dado que allí los marroquíes lo hacen así.

El pequeño gran problema que encontramos es que no entendíamos la mitad de la carta. Había una parte en inglés, sí, pero cuando no sabes qué es algo, no lo sabes y punto. Ya puede estar en inglés, en español o en sánscrito.  Eso sí, desde nuestro sitio veíamos perfectamente la parrilla y vimos que la gente pedía mucho chuletas de cordero y pinchos morunos.  Así que, "donde fueres haz lo que vieres", y eso pedimos, los pinchos morunos.  Estaban riquísimos, con su adobo típico. De postre, sólo tenían yogur, así que, yogur. Comimos por "na y menos".

A media tarde, tomamos un té en la plaza de las especias. Habíamos leído que el Café des Épices era un lugar perfecto para hacer un descanso. Tiene una terraza desde la que se divisa toda la placita. (Os lo mostré en el post ayer).



Viendo que nuestros estómagos no s resentían, por la noche nos tiramos aún más a la piscina y nos fuimos a los puestos callejeros que montan en la plaza  Djemaa el Fna. Como véis, efectivamente esta plaza es el epicentro de todo.

Al caer la tarde, llegan carros de no sabes dónde y empiezan a montar sus chiringuitos. Están numerados, así que es fácil localizarlos. Nos habían recomendado el 31. Parece ser que sale en la Lonely Planet y será por eso que estaba petadísimo y no pudimos sentarnos. También habíamos leído que los amantes del pescado fresco han de ir al 14. En nuestro caso, terminamos en el que nos entró por el ojo, vimos mesa disponible y comida aceptable (pero no me quedé con el número, lo siento).


Nada más sentarnos, nos pusieron la salsita de tomate, olivas y unas espinacas especiadas. Te podría parecer que es un aperitivo pero no, como bien sospechábamos, más tarde te lo cobran. Estos platos costaban 5 dh, que son unos 50cts de euro.  Las salchichas las pedimos nosotras. Obviamente, no son de cerdo. Costaban unos 30 dh  (3 €) y no estaban para tirar cohetes.


Pedimos también las chuletas de cordero (30 dh - 3 €).  Aquí si acertamos muchos, muy ricas.



Los señores que nos tocaron compartiendo mesa nos aconsejaron los calamares a la romana (o al andaluza). Es más, incluso decían que era invento marroquí (no sé yo....). El caso es que los pedimos, por ver cómo los hacían.  Buenos, correcto, tampoco nada del otro mundo.   Eso sí, nos dieron a probar de su pastila (o pastela) para que, al día siguiente, no dudáramos en pedirla. ¡Triunfo inmediato!


El último día, tomamos un té por el barrio francés, Guèliz. El rollo es totalmente europeo así que no hice ni fotos (té normal y pastelitos franceses:  macarons, croissants, etc).

Después de darnos la caminata del siglo bajo un sol ardiente en enero, volvimos al Chez Chegrouni  que tan bien nos había funcionado la primera noche.  Como os decía, teníamos pendiente probar el kefta (que las sirvieron con arroz) y también pedimos un cuscus.  El kefta es un cruce de albóndiga, con filete ruso, que se especia con las tradicionales hierbas árabes y se hace al horno o a la parrilla.  Muy ricas, muy aconsejables si váis a Marruecos.




Poco me conocéis si creéis que me voy a ir yo de un país que visite sin probar su vino local. Y, amigos, en Marruecos estará prohibo para los musulmanes el consumo de alcohol pero, creedme, está disponible en los restaruantes, cafés , terrazas, riads, para todo el que lo quiera probar y lo pueda pagar.  La copita de vinito blanco marroquí está entre los 30dh -40 dh (3 o 4 euros).  Lo que sería caro en España es casi prohibitivo para un marroquí. 

Recomendable no, lo siguiente, el Café Arabe (184, Rue Mouassine, en la Medina). La última de las terrazas tiene un ambiente chill out y una musiquilla que te quita el sentío y te hace sentir rica, lujosa y divina.  En la segunda planta, tiene un salón moruno precioso y en la planta baja un patio interior muy fresquito. 


La última noche, decidimos cenar en nuestro riad.  Por un lado, nos lo habían recomendado de antemano. Por otro lado, el primer día ya nos avisaron de que eso era "como una casa" y que podíamos cenar si queríamos pero que no había menú, que avisáramos a la cocinera con tiempo para ir a comprar, que ella nos haría lo que quisiéramos.

Teníamos pendiente comernos una pastela (o pastila) y la pedimos de primero. Madre mía, qué cosa más rica. Es una de las comidas más exquisitas, se sirve especialmente en bodas o en fiestas especiales.  Es una pasta rellena que se cubre con canela (toma contraste). El relleno puede ser variado, desde carne, pescado, verduras... La más típica es la de pollo, que se condimenta con pimienta, azafrán, canela, almendras y azúcar.  Esto está buenísimo y si lo veo por España seguro que vuelvo a hincarle el diente.


Como segundo plato, nos sirvieron un tajín de ternera, que estaba cocinado con orejones y ciruelas. Lo acompañaron con otro tajin que tenía una especie de fideos, servidos con azúcar glass y canela. No puedimos terminar con los dos platos.



De postre nos sirvieron una pera (que parecía un pichón destripado) que estaba en un almíbar de miel y menta (o eso es lo que yo pude distinguir).  No estaba excesivamente dulce, aunque sí melosa, así que a mí me gustó bastante.

Y hasta aquí mis crónicas gastronómicas de Marrakech. Si alguna vez la visitáis, aconsejo que no os andéis con muchos remilgos.  La única precaución que tomamos fue beber agua embotellada y evitar alimentos no cocinados (ensalada, tomates frescos...).  Nuestros estómagos han vuelto sin resentimiento alguno.

13 comentarios:

  1. Ese tajín! esos pinchitos morunos!!! y los dulces ahhhh!!! que ricooooo!!!

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  2. a éstas horas, ver éstas fotos...me parece que tengo que picar algo por tu culpa ;)

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  3. Precioso..., nada que ver con nuestras cenas de comida basura ;)

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    1. Perdona, bonica, pero bien ricas que están también. Además, que siempre las completamos con un vinazo ;P

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  4. Pues yo no soy mucho de té pero el moruno está muy rico (y me encanta si lo sirven en esos vasitos de colores).
    Quitando un par de cosas, veo que vuestra experiencia gastronómica ha sido muy buena, y me apunto la pastila por si alguna vez voy a algún restaurante marroquí. Qué pintaza.

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    1. La sobredosis de azúcar que lleva el té moruno ayuda mucho :)

      Me han dicho que por Lavapiés hay un restaurante marroquí donde hacen la pastela muy rica. Investigaré ;P

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    2. ¿sí? pues si lo localizas, avisa.
      Yo voy a preguntarle a una compañera que le pida la receta a su madre, aunque igual es difícil de cocinar...

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    3. Anele, no he parado hasta encontrarlo. Está en la calle Tribulete, creo que es el 8 o el 10. Es una especie de tienda... Y justo enfrente, hay un resturante marroquí donde comes rebién y por poco precio.

      Ale, a probarlo!

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  5. Mil gracias, porque mi compañera dice que es complicadillo de preparar. Que a lo mejor un día se anima y nos lo lleva al curro. Pero por si acaso, está bien tener la dirección de Tribulete ;)

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  6. Yaaaaa, por fin!!! el viernes mi compañera convenció a su madre (poooobre) y nos trjo dos pastelas enormes para compartir entre todas. Es (era, ejem) de pollo. Cossssa más rica!!
    Nos encantó, así que voy a pedirle la receta y tratar de reproducirla en casa :)

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    1. Alaaaaaaa, reproduce, fotografía y cuelga la receta!! :)

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