Casa nueva, vida nueva

Con mi cambio de casa (¡ya hace un mes!) y de barrio, he adquirido nuevos hábitos y costumbres. Es lo que tiene que este piso sea diametralmente opuesto al anterior, como tres veces más grandes y en un entorno distinto.

Me ha dado por llenar la casa de gente, fin de semana sí y fin de semana también.  Creo que he hecho como tres cenas de inauguración en sólo un mes... y tengo dos más comprometidas.

En estas reuniones, las albóndigas de pavo y espinacas triunfan muchísimo y ya son hasta requeridas con antelación.  Afortunadamente, ahora puedo meter en el horno 32 albóndigas a la vez, no como antes, que tenía que hacer 4 tandas de 10.   ¡¡Viva mi horno!!

También se ha convertido en el campamento base para organizar el viaje a Birmania.  Un tema en el que, por cierto, hemos avanzado mucho y nos quedan poquitas cosas que cerrar.

Hacer punto sigo haciendo, eh. De dos en dos, de hecho.  Pero ahora, mi cestillo tiene un sitio asignado y lo hago en un chaise longue, con luz natural directa de la ventana...

Esto sí que es una novedad: salir a correr con J.  ¡Quién me iba a decir a mí que saldría a correr tres días por semana! Claro que, con J, los cotilleos y marujeos están garantizados y así es más motivador...

Eso y que es difícil resistirse cuando tienes Madrid Río a 3 minutos de casa...

Además, ahora puedo premiarme a mí misma por los esfuerzos con un merecidísimo baño en el jacuzzi.  Así no hay excusas...