jueves, 7 de febrero de 2013

Bonus track marroquí: una lección sobre lana

Termino esta semana moruna con una última entrada, dedicada a una de mis aficciones: la lana.. Durante la visita al zoco aprendí algo sobre lana ya que seguí a un viejuno por unos callejones bajo la promesa de que me iba a enseñar muchas cosas sobre los procesos del tintado.


Esta historia comienza así, con un montón de la lana de oveja, que ya ha sido peinada y que está empaquetada en fajos gordísimos de lana de color natural: blanco sucio.


A continuación, uno elige de qué color va a querer su lana y selecciona el tinte. El asunto se complicó un poco porque el pobre señor hablaba árabe con un poco de español y puntadas de francés. Así que esta parte la entendí con cierta dificultad.  Como soy muy buena en lo mío, he buscado más documentación y os puedo contar que:

Existen dos tipos de tintes naturales, los que se consiguen con pigmentos solubles en agua y los que se consiguen con pigmentos solubles en aceite. ¿De dónde se extraen? De las plantas, de las flores, de frutas, de arenas... de la naturaleza, vamos.  En algunos colores, el producto te da directamente el color que buscas (ej: una remolacha) y en otros casos,  consigues la tonalidad mezclando varios colores.

Como véis, el señor marroquí tenía unos tintes preparados para usar al diluirlos en agua. El que mostraba con más ahínco es el bol marrón que tiene delante. ¿Por qué precisamente este? Por la "magia".  Lo vés marrón pero, al mojarlo, pinta en el azul añil típico de los bereberes. Muy curioso.


El  siguiente paso es teñir la lana. ¿Es necesario hacerlo con esta cara de pocos amigos? Creo que no.  A pesar de lo poco amistoso que estaba el señor teñidor, yo quise documentar el momento solo para vosotros.

Si no entendí mal, el agua en estos barreños está a 180ºC . Ahí se mete durante unos 20 min el ovillo de lana con el tinte elegido y se remueve de vez en cuando con un palitroque.



Hecho esto, la sacas del barreño, la cuelgas y la pones a secar.  Según me juró y perjuró el viejuno que se autodesignó guía de este tour, los tintes naturales, a diferencia de los químicos, no destiñen nada.  Yo por si acaso, no me puse debajo del tendero a comprobarlo.



Salí del teñidero desandando los estrechos callejones por los que había entrado y, sólo entonces, caí en la cuenta de que  los tientes sirven para algo más que para la lana y que el graffiti marroquí es un campo aún por explotar.




Y esta, queridos lectores, es la razón por la que, cuando miras al cielo en el zoco, el panorama suele ser algo parecido a esto.

Nunca te irás a la cama sin saber algo nuevo.

6 comentarios:

  1. que interesante! ¿compraste lana? pq esa roja/fucsi es la leche de bonita!

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    1. No, y eso que busqué. Toda la que ves colgada, está mojada aún y no está a la venta. Sólo vi dos puestos de lana para vender y lo cierto es que no tenían ni mucha variedad, ni muchos colores. Fail.

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  2. Me ha impactado lo del tinte marrón que tiñe de añil. Tiene que quedar precioso.

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    1. Sí, de hecho, si te fijas, el señor mojó un trozo y pintó en el periódico, al lado del cuenco. He leído que se hace con las raíces de algunas plantas. Curioso es un rato :)

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  3. Qué bonito! Cómo te cundió el fin de semana!
    Una tontería, nunca había visto un crucigrama en árabe...

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    1. ¡Qué observadora! :) Es curioso, sí :)

      Gracias por tu comentario. Bienvenida!

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Vuela a la luna