Richard Nixon dijo sobre Birmania que son el pueblo más feliz del mundo. Pobre hombre, debió confundir sonrisas con felicidad. Birmania no es, ni de lejos, el pueblo más feliz del mundo (es imposible serlo dado su situación socio política), pero sí es el pueblo que más sonríe del mundo.
Recién llegada de Myanmar, lo primero que he de destacar sobre este país es lo increíblemente amable que es su gente. Aunque iba con preaviso sobre esto, me he quedado sorprendida con sus sonrisas, su disposición, su entrega y su respeto.
Traigo en la retina de mi mente, vivencias que me han robado el corazón, anécdotas que me han dejado sin palabras y que me han hecho pensar y reflexionar.
Me gusta viajar por esta razón, porque la persona que vuelve no es la misma que se fue. Viajar es una forma de conocer, especialmente cuando lo haces a otra cultura. Conocer otro clima, conocer otras costumbres, otras tradiciones, otra gastronomía, otras formas de plantearse la vida, otros valores. Para después, con todo ese conocimiento adquirido, replantearte los tuyos; tus quejas, tus metas, tus prioridades.
No me voy de vacaciones, me voy de viaje. Un viaje que es físico pero también un viaje interior. No es irte a descansar, es irte a agotarte, a aprehender todo. Viajar así implica que, cada hora de sueño, es una hora perdida.
En estos viajes te llevas mucho, pero también dejas. Cuando despega el avión y miras por la ventana, por última vez, las calles que han andado, los ríos que has cruzado y las montañas, que has subido, sientes que el corazón se te encoge. Algo de ti se queda ahí, un hilo invisible de compromiso que, a la vuelta, te hace seguir las noticias sobre ellos con especial atención, alegrarte cuando son buenas y dolerte cuando no lo son. Te has implicado y ahora, de algún modo, perteneces también a ese lugar.
Me siento muy afortunada por tener la oportunidad de vivir esta experiencia. Soy consciente de que es un privilegio poder fijarme un próximo objetivo.
“El destino de un viaje nunca es un lugar,
sino una nueva forma de ver las cosas”
(Henry Miller)
La foto es mía, tomada en Bagan. Puedes hacer click sobre ella para agrandarla.
Qué bonito...!
ResponderEliminarLa vuelta a la rutina pesa el doble después de un viaje así...
Ahora que lo releo... se nota que he estado rodeada de budistas ^_^
EliminarDe hecho, la rutina me pesa menos. He visto niñas adolescentes asfaltando la carretera con 40ºC. Te hace ver las cosas (la oficina, el trabajo..) de otro modo.
En breve, monográfico fotográfico!
Que bonita y sabia reflexión :)
ResponderEliminarSí, parece que he vuelto muy profunda :)
EliminarQué bonita entrada y qué experiencia tan maravillosa has vivido. Me alegro por ti.
ResponderEliminarEsperamos fotos y que nos cuentes algunas cosas del viaje.
Estoy trabajando en ello :)
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