jueves, 25 de julio de 2013

Birmania: vida en Burma

Antes de partir de viaje, había leído en la guía en y en foros que, además de ser un pueblo muy sonriente, los birmanos son un pueblo muy trabajador y que se da mucha igualdad laboral.  Siendo de un país europeo, el concepto de igualdad laboral suena muy alentador pero, en Myanmar, no van por ahí los tiros. 

Las mujeres desarrollan los mismos trabajos que los hombres, sí, pero son trabajos duros. Trabajan en las obra, en el campo, en la casa... Los niños no son menos. Quien no puede pagarse la escuela, termina desde bien pequeño al lado de una hormigonera, pastoreando cabras o recogiendo arroz.

La vida en Birmania no es fácil. El trabajo es duro, el dinero es poco, la sanidad es mala, la política es peor... en fin.  A continuación, algunos robados sobre el modo de vida birmano.


Myanmar está plagado por monjes budistas. Todos los niños están obligados a pasar un año de su vida en un convento para familiazarse con las lecturas sobre Buda. Los monjes birmanos practican un regio ayuno y sólo comen una vez al día, a las 12 del mediodía.  No cocinan. A las diez de la mañana salen a pedir comida y se alimentan de las ofrendas de los demás. 

Las familias más pobres, que no pueden mantener a todos sus hijos, "invitan" a algunos de ellos a hacerse monjes de por vida. Al menos eso les garantiza una comida al día ¿no?




Hay muchas escuelas repartidas por el país; hasta las villas más pequeñas y despobladas las tienen. Los niños visten camisa blanca y pantalón o falda verde. Todos los niños escolarizados del país usan ese uniforme.

En la escuela, mezcladas todas las edades en la misma clase, cada mañana se iza la bandera y se cantan el himno nacional. Previamente, hay que limpiarlo todo y subirse a la silla, para darle al acto la solemnidad que merece.


 Fuimos a una escuela a dejar algunas cosas que habíamos llevado desde España. Nos quedamos alucidanadas con lo educados que fueron los niños, nada alterados ante nuestra bolsa de regalos. Pacientemente y en silencio, esperaron su turno para que la profesora les diera un premio.


Una de las profesiones más comunes entre las mujeres son los trabajos con telares y tapices. La mujere es la que domina el arte de tejer y de coser; tareas que necesitan muchísima paciencia por su laboriosidad y atención a los mínimos detalles.


Aquellas mujeres que tejen o hilan, lo harán de por vida. La idea de jubilación no se ha escuchado nunca por estos lares. Las mujeres envejecen junto a sus hilos, tanto en talleres como en sus casas.




En cualquier caso, como os decía al principio, las mujeres desarrollan cualquier tipo de trabajo, sin estar excludias por su condición femenina. El día que vi a unas niñas, quinceañeras, asfaltando las carreteras de Bagan, con 40ºc y al sol, se me quedó el corazón encogido. Más adelante, vi niños y niñas en obras, descubriendo así que es algo bastante común.



Esta chica en Mandalay estaba haciendo hormigón con sus manos y agua del río. Mientras su amiga, sin perder la sonrisa, transportaba los ladrillos de ocho en ocho. Calculé que tendría unos 16 o 17 años.


También las mujeres se encargan de los productos artesanales típicos. Véase, los lacados de bambú. Su necesaria atención al detalle e inversión de tiempo hace que sea una labor de mucha paciencia.



Los colgantes de plata de 3 centímetros que está diseñando y soldando esta joven, llevan más de 10 horas de trabajo. El precio a la venta, para un turista occidental, es ridículo :S


También son ellas las encargadas de los "cheerot", los famosos puros birmanos. En realidad, son como cigarrillos, más bien finos. Envueltos en hoja de maiz, le añaden poco tabaco (son muy suaves), tamarindo y un poco de anís (¡o incluso fresas!).

En Birmania las cosas se siguen haciendo de forma rudimentaria y básica. En  un país con escasa industrialización, que vive de sus materias primas y cuya población (casi 55 millones) se desperdiga por un vasto territorio (densidad de 62 habitantes por kilómetro), la mayoría de los birmanos desarrollan sus trabajos como buenamente pueden y cons los recursos que tienen a su alcance.


Así que, los andamios para restaurar los templos de Bagan, son de bambú. Tengo entendido que el bambú es una de las maderas más resistentes pero, si hablamos de seguridad laboral, no lo veo claro.


También con bambú elaboran las cestas para cosechar y las curiosas cestas de pesca que se utilizan en el Lago Inle.


Los herreros trabajan de forma ancestral. Calientan la pieza de forma manual en un horno avivado con dos varillas y se moldea la pieza a golpe de martillo.  Las temperaturas que se alcanzan aquí dentro son infernales.

La mayoría de la población se dedica al trabajo en el campo y en las montañas. Jamás vi que usaran un tractor o un remolque. El búfalo de agua y los mulos siguen siendo el motor principal de las familias de granjeros.




A ellos les deben la economía del hogar así que son cuidados y mimados. Es muy frecuente ver los búfalos revolcándose por las charcas, tras un duro día arando los arrozales.




Otro producto típico de las zonas de montaña es el té. Recolectado de forma manual y puesto a secar al sol, eso sí, expuestos a las inclemencias del monzón.


En las montañas, tuvimos ocasión de acudir a una curiosa fiesta: el lanzamiento de cohetes. Esta celebración suele hacerse al final de la época seca, para dar la bienvenida a las lluvias monzónicas.
Ponen cañas de bambú con una propulsión de pólvora. La gracia está en ver quién lo lanza más alto. Como toda fiesta, conlleva música, baile y comida. Además de Q y a mí misma, no vi a ninguna otra mujer por la fiesta (!).


 Las canoas no se utilizan únicamente para pescar. Como os adelantaba, en el Lago Inle los cultivos se hace sobre islas el agua. ¡Es muy llamativo ver tomateras flotantes!  Por lo tanto, muchos agricultores realizan sus tareas sobre barcas.


Para pescar, lo tradicional es la cesta. Dado que el lago no es muy profundo, puede lanzar directamente la cesta sobre los bancos de peces. El único problemilla este invento, es que al usar las dos manos, no pueden remar. Fue así como surgió este método único en el mundo de remar con los pies.


Por último, un apunte sobre sus hogares. En casas (más bien cabañas) fabricadas con hojas y cañas de bambús, os imaginaréis que el lujo no tiene cabida. Tampoco se respira miseria. Las condiciones que yo vi eran de austeridad y sencillez.

El wáter, si lo había, es una caseta separada de la casa, con un agujero en el suelo y un cazo de agua para "empujar". El concepto de ducha no existe.  En realidad usan un pozo y un cazo. Se "bañan" en la calle, cubiertos por una tela, con toda la naturalidad del mundo.  A pesar de esto, los birmanos son exquisitamente limpios y cuidan muchísimo su higiene. Las camisas blancas impecables y los longhi les otorgan un aire muy elegante.

En cuanto a la cocina, suele estar fuera de la zona de dormir y comer. Entiendo que es por los humos, ya que se cocina directamente en fuego.


En casa de un birmano siempre encontrarás agua hirviendo y serás recibido con un té, como signo de bienvenida. Ya puede hacer 42 grados en la sombra.

En cuanto a la comida, mucho pollo , mucho arroz y muchas verduras. La costumbre es usar muchísimos cuencos con mil cosas e ir pillando.


Por último, os cuento una anécdota. La Coca Cola que véis en la foto. Q es una fan absoluta y ha tenido una suerte loca porque hasta junio de 2013, no se comercializaba en el país (ya sabéis, cuestiones políticas ¿existe mayor símbolo de capitalismo que la Coca Cola?).  Yo ese día, me jugué la vida con un batido de sandía, con su agua y sus cubitos. Ahí, arriesgando.


Siendo sinceros, yo me di bastante a la cerveza birmana. La cerveza en barril no se distribuye, es embotellada. Rubia, suave... y de 640 ml la botella. Afortunadamente, estoy bien entrenada para estos retos :)



¡Ey! Haz clic en este enlace, si quieres ver algún paisaje birmano.

9 comentarios:

  1. Ayyy qué bien!! ya tenemos crónica el viaje.

    Por lo que cuentas, parece como si el tiempo no hubiera pasado por Birmania en los últimos 200 años. Trabajan sin ayuda de maquinaria.

    En cuanto al precio de la artesanía, más bien me parece un insulto. Entiendo que el precio se ajusta al nivel económico de las familias de allí, pero sí vería justificado un coste extra para la venta al turismo. Desde luego, no cuesta lo que vale, con tantas horas de trabajo detrás. ¿Y el resto: restaurantes, hoteles,...? ¿Barato?

    Me pregunto si sonríen tanto porque realmente son felices con lo poco que tienen o porque su profunda religiosidad les inculca un fuerte carácter conformista y les "educa" a ser pacíficos y sonrientes desde que se levantan de la cama.

    Y frivolizando un poco... no me imagino a ninguna abuela española sentada en esa postura. Menuda flexibilidad!!

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    1. Sobre las artesanías, depende dónde lo adquieras, la verdad. Los precios de los lacados, que venden a turistas, están bien ajustados. De hecho, yo me encapriché con un joyero que no compré porque se me iba de presupuesto. Sin embargo, el trabajo con la plata sí que me pareció muy barato.

      Sonríen por cultura, la verdad. Los turistas, como aún no han llegado muchos, les seguimos produciendo mucha curiosidad. Aunque nos vean de lejos, nos llaman y nos saludan. Además, les halaga mucho que elijas su bar, su carro, su alojamiento... para ellos es como un honor, no un servicio que te dan. Así que responden muy amablemente.

      Por cierto, si hablas de la abuela que está hilando, en cuclillas, espérate a la próxima entrada y verás cuál es su secreto, jajaja.

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    2. está fumando, no? es que no sé qué tiene en la mano..

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    3. Está fumando un puro y lo tapa con la cáscara de un coco, para que se le disperse el humillo. No sabe na la abuela! Me dijo que tenía 86 años y que llevaba 80 fumando. Ahí es nada.

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    4. XDDDDD has tenido que ir hasta oriente para descubrir el secreto de la longevidad

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  2. Love it!!
    Quiero ir!
    De un viaje así has de llegar renovada...mentalmente.
    Te imagino cargada de energía para los nuevos retos!
    ;)

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    1. Efectivamente :) Supongo que ha tenido mucho que ver que, durante el viaje, ya sabía que a la vuelta me libraba de esta rutina. Eso cambia la perspectiva, claro :)

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  3. Madre que pedazo de crónica! No se sí quiero ir, ya sabes lo dada q soy al sufrir...pero m ha encantado leer y conocer parte de sus vidas, algo primitivas sin duda.....mil besos!

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    1. Pauloca, tengo clarísimo que tú no has d ir :D jaja

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Vuela a la luna